martes, 7 de mayo de 2013

Sostenibilidad

sostenibilidad
El mundo enfrenta una crisis más profunda que la económica, los conflictos étnicos y políticos: la sostenibilidad de nuestros patrones de consumo. La creciente población mundial aspira alcanzar más altos niveles de vida, una aspiración justa que supone un mayor consumo. El consumo abarca, desde el agua, el alimento y la energía, hasta los materiales para la ropa, la vivienda y lo que esta contiene. Estos patrones de consumo, que ya han alcanzado niveles insostenibles en los países desarrollados, son ambicionados por un creciente número de personas.
La consecuencia es una presión sobre los recursos del planeta que en algunos sectores ha pasado el punto de quiebre. En otras palabras, hay sistemas que han superado su punto de elasticidad, o sea su capacidad de recuperarse. Como consecuencia, desaparecen especies y colapsan ecosistemas. En ciertas regiones escasea lo básico: el agua y los alimentos. Se ha creado una situación de conflicto entre los patrones de consumo de una parte de la humanidad y la sostenibilidad de los recursos del planeta. El ejemplo más reciente que ilustra el conflicto son los biocombustibles. Para que unos puedan seguir andando en automóvil, otros tendrían que dejar de comer.

NUESTRO MEDIO AMBIENTE
La humanidad está tomando conciencia –mejor tarde que nunca– de la crisis de sostenibilidad. Nuestro país ha tomado una medida valiente: ha creado el Ministerio del Medio Ambiente. La considero valiente porque será un sector del ejecutivo que deberá enfrentar muchos conflictos. Es más, su razón de ser es el conflicto intrínseco entre los patrones de consumo y los incentivos económicos, y la sostenibilidad de los ecosistemas que han hecho posible hasta ahora la vida tal como la conocemos.
La selección de prioridades es lógica pues enfrentamos los problemas inmediatos. El agua, los desagües, la contaminación de ríos y la tala de bosques son problemas prioritarios. Pero habrá más. En la medida en que la autoridad y cuente con el apoyo del gobierno, tendrá que enfrentar problemas en todos los sectores. En un momento dado, muchas actividades económicas entran en conflicto con la conservación del medio ambiente.
En nuestra historia tenemos ejemplos dramáticos, como los humos de la Oroya y Toquepala, los relaves de la sierra central, la bahía de Paracas, etc. Por supuesto que no somos los únicos ni los peores, pero el mal de muchos no es consuelo. A través de la historia, los patrones de consumo han alterado el medio ambiente. A partir del siglo XVI los bosques de Europa se fueron a navegar para construir imperios, le demanda de carbón de la revolución industrial hizo destrozos y oscureció el campo.

EL CONSUMO
La extracción de materias primas ha ido creciendo aún más rápido que la población mundial. Los avances tecnológicos han hecho posible un ritmo de extracción que no era soñado al inicio de la Revolución Industrial. Uno de los ejemplos es la pesca. Donde antes se usaban arpones y redes jaladas a mano desde embarcaciones a vela, hoy cañones y barcos factoría están acabando con las ballenas y peces en diversos mares del mundo. Es más, la preferencia del hombre por ciertos productos ha hecho que se rompan cadenas alimenticias quebrando sistemas ecológicos, como en nuestro caso la desaparición de la merluza por sobrepesca de la anchoveta.
El consumo alcanza todos los campos e impacta el ambiente por muchos lados. Las inofensivas gaseosas y los centros comerciales producen a diario toneladas de plástico, de larga vida y difícil reciclaje. En diversas partes del mundo los neumáticos usados atrapan lluvia y, sin peces que se coman las larvas, son el criadero ideal de mosquitos. La basura electrónica, con cientos de millones de artefactos desechados cada año, no encuentra lugar y termina yendo a países africanos con resultados desastrosos.
Hay mucho que hacer de inmediato. El balance es delicado, porque muchas industrias se establecieron contando con la ausencia de restricciones, o la laxitud de los encargados de hacerlas cumplir.

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