lunes, 1 de julio de 2013
miércoles, 26 de junio de 2013
DESARROLLO SOSTENIBLE
Desarrollo sostenible,
ecoeficiencia y el incierto futuro de la Tierra
¿Estamos a tiempo? Para salvar el planeta, digo.
Cada vez hay más cumbres sobre cambio climático, bosques, agua y recursos
naturales; pero más allá de los bonitos discursos, la verdad es que lo único
sostenible ha sido la retóricarumbos I REVISTA RUMBOS
Escribe: Stefan
Austermühle
¿Quién sabe que
es “sostenibilidad”?
Hoy en día
“sostenibilidad” es una palabra de moda: los conservacionistas piden una
sociedad sostenible, los políticos velan para un desarrollo sostenible, los
empresarios desean tener empresas sostenibles y los economistas sueñan con un
crecimiento económico sostenible. Al menos de la boca para afuera.
Sin embargo –al
pedírseles precisiones- muy pocos saben lo que significa “sostenibilidad”
realmente. Si buscamos una definición encontramos frecuentemente que
sostenibilidad se logra obtener mediante el “uso racional” de los recursos
naturales, quiere decir que usamos sólo “lo necesario” de un recurso.
El problema de
esta explicación sin embargo es que nadie define qué tipo de uso será
“racional” y cuánto es “lo necesario”. Al ser “racional” y “necesario” dos
términos no cuantificables, cada quien queda en libertad de decidir que es
racional y necesario según su punto de vista, con lo cual no se llega a nada
concreto.
Ante este
problema hasta organismos internacionales caen en trampas semánticas, como por
ejemplo la Convención las Partes Contratantes de la Convención Internacional de
Humedales RAMSAR que define el uso racional de un humedal como su uso
sostenible.
En resumen el
“uso racional” es un sinónimo del “uso sostenible”, pero no una definición de
sostenibilidad. Queda entonces todavía por explicar, ¿qué es “sostenibilidad”?
De hecho todo el
caos de definiciones existentes no se deja explicar, menos con la ambición de
los diferentes autores en querer brillar con “nuevos” o supuestamente “mejores”
versiones de la definición antigua y original que ya es suficientemente clara.
Me refiero a la definición de “Desarrollo Sostenible” publicado por la Comisión
Brundtland en 1987 en su primer informe “Nuestro Futuro Comun”:
“Desarrollo
Sostenible es un desarrollo que satisface las necesidades del presente sin
comprometer las posibilidades de las generaciones futuras de satisfacer sus
propias necesidades.”
Con esta
definición la comisión internacional liderado por la anterior Primer Ministra
de Noruega, la Señora Gro Harlem Brundtland, se creó un límite a ser respetado
por los políticos y empresarios del presente: El uso de un recurso que lleva a
la reducción de este recurso y pone en peligro su existencia claramente quitará
a las generaciones futuras la posibilidad de también usar este recurso y por
ende no es sostenible.
La meta de
sostenibilidad es entonces asegurar el bienestar de las generaciones futuras
limitando el uso de los recursos por las personas que viven en el presente.
Esta premisa es
una clara respuesta al peligro de la destrucción de nuestra base de vida en
este planeta. Este peligro fue reconocido a nivel mundial cuando el Club de
Roma publicó en 1972 su informe “Los Límites del Crecimiento”. Este informe nos
hizo ver por primera vez con toda claridad que los recursos naturales no son
inagotables y que por ende el crecimiento económico de nuestras sociedades de
todas maneras llegará a sus límites, siendo esto solo una cuestión del
“cuando”. Sobrepasando estos límites de capacidad de producción de recursos por
parte de los ecosistemas del planeta el resultado es el deterioro ambiental y
en consecuencia la implosión de nuestros sistemas económicos, de nuestras
sociedades y de nuestras estructuras políticas democráticas, con todas las
consecuencias negativas que implica esto.
Políticos y
economistas que piden un desarrollo sostenible y a la vez defienden que el
crecimiento del PBI no tiene límites y será por siempre la única forma de crear
calidad de vida sólo demuestran que no comprendieron el mensaje mandado por el
Club de Roma y la Comisión Brundtland. Con esto demuestran que realmente no
entendieron que cosa es “Desarrollo Sostenible”.
Es por esta
incomprensión de nuestros líderes políticos y económicos que 25 años después de
la llamada de atención por parte de la comisión Brundtland nuestras sociedades
no sólo no dieron ningún paso adelante hacia la sostenibilidad, sino al
contrario aumentaron la velocidad de explotación y reducción de los recursos
naturales, a pesar que las señales del grave deterioro ambiental ya son
visibles para quien es capaz de abrir los ojos y mirar a su alrededor.
Ante esto la
misma Señora Brundtland lamentó en una entrevista en el último año que todavía
la mayoría de personas a nivel mundial se niegan a aceptar los hechos
científicos que comprueban el deterioro de nuestro planeta. Ella pidió que no
deberíamos esperar que nuestros líderes políticos tomaran pasos y decisiones
hacia la sostenibilidad, sino que más bien el desarrollo sostenible es tarea y
responsabilidad de cada uno de nosotros porque todos estamos “sentados en el mismo
barco” con el cual nos hundiremos o, siempre hay que tener una esperanza,
podamos mantenerlo a flote creando una sociedad sostenible dentro de las
siguientes dos o tres décadas.
Una herramienta
para llegar al ideal de sostenibilidad es la ecoeficiencia. Concepto clave que
se traduce en optimizar los procesos de producción de bienes y servicios
reduciendo el uso de los recursos naturales al mínimo posible, aprovechando el
mayor nivel de tecnología existente y mediante un cambio de nuestras costumbres
de uso. Ser una empresa eco-eficiente no sólo es una oportunidad de reducir los
gastos operativos de una empresa significativamente mientras que a la vez se
protege el medio ambiente. Es también una responsabilidad moral de los
empresarios a beneficio de las generaciones futuras.
La ONG Mundo
Azul asesora a empresas de cualquier tipo y tamaño en cómo lograr ecoeficiencia
en su producción y recientemente ha creado especialmente para micro y pequeñas
empresas un nuevo sistema de certificación en ecoeficiencia alcanzable a bajo
costo pero manteniendo una alta calidad basada en métodos científicos. Más
información acerca de la certificación se puede obtener en
http://perusostenible.org/
Para obtener
mayor información sobre sostenibilidad, que es y qué significa para nuestra
economía pueden ver mi video-charla “Sostenibilidad”:
http://www.youtube.com/watch?v=gvfjkJBbTZ0
Aún más
información se encuentra en mi libro: “Sostenibilidad y ecoeficiencia en la
empresa moderna”, publicado en 2012 por el Fondo Editorial de la Universidad
Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) –se consigue en las librerías o como
E-book: http://pe.upc.libri.mx/libro.php?libroId=505
martes, 4 de junio de 2013
El 10 % de la tierras en el Peru, en manos de extranjeros
10% de las tierras de la costa en manos extranjeras
Publicado: 04 junio, 2013
Actualmente, la
Costa peruana contaría con 863 mil hectáreas de tierras de cultivo [1]. De esta
superficie, cerca del 10% tendría algún grado de participación de
inversionistas extranjeros (ver cuadro), ya sea de forma independiente o como
accionista mayoritario o minoritario de capitales peruanos.
En el Perú nadie
ha puesto en tela de juicio la compra de inmuebles rurales por parte de
extranjeros, debido a que se ha venido considerando su participación como
marginal en comparación a grupos económicos nacionales como Gloria, Oviedo o
Romero.
A diferencia de
Perú, en otros países de Sudamérica se limita o prohíbe la transferencia de
terrenos agrícolas a extranjeros, sean personas naturales o jurídicas. Buena
parte de estas medidas son de índole geopolítica, y tienen por objeto limitar
la adquisición de tierras por parte de extranjeros en zonas de frontera o de
seguridad.
Sin embargo, en
los últimos años, algunos gobiernos de la Región han decidido reforzar otro
conjunto de herramientas legales para enfrentar fenómenos concretos de
extranjerización de la tierra que vienen ocurriendo en sus territorios.
Por ejemplo, la
vigente Constitución de Bolivia prohíbe a los extranjeros adquirir tierras del
Estado. En Brasil la adquisición de inmuebles rurales por parte de extranjeros
está sujeta a la fiscalización del Estado y, en el mejor de los casos, no puede
superar la cuarta parte (1/4) del territorio de los municipios. El gobierno
argentino, por su lado, ha introducido recientemente una serie de restricciones
a la extranjerización de la tierra (Ley Nº 26.737), como el límite de quince
por ciento (15%) a toda titularidad de tierras rurales por parte de
extranjeros.[2]
A pesar de esto,
las expectativas de que alguna de estas medidas tenga éxito son reducidas,
tomando en cuenta que las disposiciones que prevén para contrarrestarlo no
tendrán efectos hacia atrás (irretroactivas) y que la extranjerización de la
tierra en estos tres países es un fenómeno sumamente extendido[3].
Un reciente
estudio auspiciado por la FAO indica que en Argentina 6 millones 722 mil
hectáreas estarían bajo el control de inversionistas extranjeros. En Brasil,
los datos arrojan 4 millones 348 mil hectáreas extranjerizadas, y en el caso de
Bolivia, inversionistas extranjeros, principalmente brasileros y argentinos,
poseerían más de un millón de hectáreas de las mejores tierras agrícolas y
ganaderas.[4]
El Perú ni por
asomo tiene la cantidad de tierras de los tres países mencionados. El año 2011,
por cada peruano existía apenas 0,15 de una hectárea cultivable, muy por debajo
de los promedios de Argentina (0,96), Brasil (0,40) y Bolivia (0,40).[5]
Sin embargo, la
escasez de tierras en nuestro país no ha sido impedimento para la llegada de
inversionistas extranjeros, principalmente en la Costa donde se concentran las
tierras de mejor calidad y la inversión pública en mega proyectos agrícolas
como Chavimochic, Olmos, Chinecas, etc.
Como se mencionó
anteriormente, de las 863 mil hectáreas de tierras de cultivo que tiene la
Costa, aproximadamente 84 408 hectáreas, casi el 10%, tendría algún grado de
participación de inversionistas extranjeros, como se puede ver en el siguiente
cuadro.
Con estos datos
a la vista es momento de prestar atención a la adquisición de inmuebles rurales
por parte de extranjeros, examinar qué efectos ha tenido en otros países de la
región y proponer medidas preventivas para que no amenace la seguridad
alimentaria o acentúe las desigualdades.
El ascenso en la
demanda global de alimentos y madera, sumada a las políticas que promocionan la
producción de biocombustibles y proyectos de conservación y compensación del
carbono, constituyen poderosos incentivos para que inversionistas extranjeros
incrementen su participación en la adquisición de inmuebles rurales, desde
nuestra perspectiva es importante saber ¿Cuál será el costo?
Notas:
[1] Esta cifra considera las
aproximadamente 779 mil ha de riego que figuran en el Censo Nacional
Agropecuario de 1994, y las 84 mil hectáreas que se habrían ganado producto de
las obras de irrigación de Olmos y Chavimochic.
[2] Un límite
específico de mil hectáreas abarca la zona denominada «núcleo», que integran
los departamentos y partidos de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Pergamino,
Arrecifes y Carmen de Areco, considerada la de mayor aptitud agrícola de
Argentina.
[3] Por esa
razón, es más probable que Argentina, Brasil y Bolivia hayan decidido reforzar
el control de la extranjerización de su territorio de manera preventiva,
teniendo a la vista el informe de la FAO que indica que forman parte del grupo
de siete países que concentran más de la mitad de la tierra con potencial para
la producción agrícola mundial.
[4] En FAO
(2012). Dinámicas del mercado de la tierra en América Latina y el Caribe:
concentración y extranjerización.
[5] Según los
perfiles de país de FAOSTAT.
[6] El socio
mayoritario de Camposol es la familia peruana Dyer que tiene una participación
del 33.2% en el número de acciones. Pero hace pocas semanas la empresa Golden
Target Pacific Ltd, controlada por el grupo económico chino Ng, habría
adquirido el 11.3% de las acciones de la empresa, y junto al Deutsche Bank AG
(Alemania) que ya manejaba el 14.58% de las acciones se convierten en los dos
principales socios minoritarios de Camposol.
[7] Según la
Superintendencia del Mercado de Valores, además del Grupo Wong (Perú) que tiene
un importante paquete de acciones de Andahuasi a través de su empresa Río
Pativilca S.A, figuran como accionistas minoritarios las siguientes empresas
domiciliadas en Panamá: Ducktown Holdings S.A con el 17% de acciones;
Inversiones Dagomar S.A. con 16%; y Zabuck International INC con el 13% de
acciones.
[8] Según la
Superintendencia del Mercado de Valores, el accionista mayoritario de Pucalá es
la empresa estadounidense Cromwell Assets S.A. con una participación del 51% en
las acciones de la azucarera.
Publicado en: http://www.observatoriotierras.info/monitoreo/15026
Más información:
Observatorio de Tierras
martes, 21 de mayo de 2013
BIOCOMBUSTIBLES
Biocombustibles
Publicado el 2 Febrero, 2012
por Tomás Unger
Estos son generalmente alcoholes
producidos por fermentación de azucares extraídos de vegetales. Para este fin
se usa desde el maíz, muy poco eficiente, hasta la caña de azúcar, la mas
eficiente después de las frutas, que resultan económicamente inviables.
El problema de los biocombustibles es
que requieren áreas de cultivo, que producen alimentos. Diversos cálculos
indican que, si reemplazamos el petróleo con biocombustibles, nos quedaríamos sin
comida. Esto reduce grandemente las posibilidades de los biocombustibles como
sustituto de los carbohidratos, y limita su empleo a ciertas zonas y cultivos.
Ahora ha surgido una nueva especie de
biocombustible que ofrece grandes posibilidades, no requiere terreno de cultivo
y dispone de áreas ilimitadas. Se trata de las algas, en particular del Kombu.
Usada hace tiempo como alimento en diversos países de Asia, esta alga es una
planta con alto contenido de carbohidratos susceptibles a ser convertidos en combustible.
Recientemente un grupo de investigadores dirigido
por el doctor Yasuo Yoshikuni ha logrado modificar genéticamente la bacteria
Escherichia coli para que fermente los azucares contenidos en el alga kombu
alga para convertirlos en etanol. Por el momento el proceso esta a nivel de
laboratorio, pero se espera iniciar pronto la fase industrial. De ser exitosa,
la obtención de biocombustibles de algas abriría un nuevo panorama a los
biocombustibles.
sábado, 11 de mayo de 2013
¿Es la agricultura una actividad extractiva?
En el Perú y en otros
países de América Latina se debate sobre el modelo «extractivista», entendido
como la característica principal de un estilo de crecimiento económico centrado
fundamentalmente en la explotación de los recursos naturales, sobre todo en la
extracción de recursos mineros y de hidrocarburos.
Hay varias críticas a
este modelo. En primer lugar, depende principalmente de la generación de
rentas, es decir, de una ganancia que se basa sobre todo no en la eficiencia ni
en la competitividad, sino en el simple hecho de que el Perú —y algunos otros
países— tiene recursos naturales que otros países no poseen o por lo menos no
en la abundancia requerida, razón por la cual los que sí cuentan con esos
recursos pueden cobrar un plus, una renta. El Perú tiene muchos y diversos
recursos naturales; por ello, la renta que obtiene es cuantiosa.
Una segunda crítica
al modelo extractivista es que genera escaso valor agregado. El valor agregado
lo da la transformación de las materias primas en bienes con gran contenido de
conocimiento. El Perú exporta, sobre todo, materias primas poco procesadas, e
importa esas mismas materias pero ya transformadas intensamente, como
computadoras, complejos bienes de capital, etc.
Un tercer rasgo del
extractivismo es su referencia casi exclusiva a recursos naturales no
renovables, como los minerales, el gas y el petróleo, que una vez extraídos no
se pueden reponer.
La pesca y la agricultura, ¿son actividades extractivas? La pesca es extracción de peces del mar, lagos y ríos; pero, a diferencia de los minerales y los hidrocarburos, es un recurso renovable. Sin embargo, puede no serlo si la falta o violación de la regulación de la pesca termina con la reducción y eventual extinción de especies pesqueras.
La pesca y la agricultura, ¿son actividades extractivas? La pesca es extracción de peces del mar, lagos y ríos; pero, a diferencia de los minerales y los hidrocarburos, es un recurso renovable. Sin embargo, puede no serlo si la falta o violación de la regulación de la pesca termina con la reducción y eventual extinción de especies pesqueras.
¿Y la agricultura? Es
una actividad también renovable (aunque hay modos de hacer agricultura que destruyen,
a la larga, los recursos de los que depende); la pregunta es si nuestra
agricultura moderna puede ser una actividad de alto valor agregado. Puede serlo
si antes de la producción agrícola misma hubiese una intensa, abundante
investigación biológica, física, química, agronómica, etc., de alta calidad,
que diese lugar, por ejemplo, a variedades de plantas y semillas de alto
rendimiento y resistencia a los avatares climáticos, en escalas mucho mayores
que los modestos avances actuales; a técnicas de cultivo altamente productivas
y al mismo tiempo sostenibles; etc. Ello implicaría que las universidades —no
una o dos, sino la mayoría; sobre todo, las de provincias— tengan suficientes
recursos financieros; personal calificado del más alto nivel y en cantidad
suficiente; laboratorios modernos; vinculación intensa y sistemática con la
comunidad científica internacional; y, principalmente, una clara conciencia de
su misión como universidad. Implicaría también que estos conocimientos fuesen
extensamente difundidos. Todo esto es difícil de alcanzar sin una política
estatal de mediano y largo plazo.
Lo que más
caracteriza a nuestra agricultura moderna es que sea, en alto grado, una
«maquila» que importa semillas, insumos, bienes de capital, software, asesores;
es decir, que importa insumos ricos en conocimientos. ¿Y qué aporta? Sobre
todo, recursos naturales: tierra, agua, buen clima, y mano de obra barata;
también, un cierto talento empresarial y comercial.
Sería injusto decir
que las universidades peruanas y otras instituciones de investigación no
aportan (lo hacen, pero a una escala clamorosamente insuficiente), o que no
haya empresarios agrícolas progresistas y creativos. Pero mientras no haya un
salto cuantitativo y cualitativo, nuestra agricultura puede estar muy cercana
de ser calificada como una actividad extractivista.
martes, 7 de mayo de 2013
Sostenibilidad
El mundo enfrenta una crisis más profunda que la económica, los conflictos étnicos y políticos: la sostenibilidad de nuestros patrones de consumo. La creciente población mundial aspira alcanzar más altos niveles de vida, una aspiración justa que supone un mayor consumo. El consumo abarca, desde el agua, el alimento y la energía, hasta los materiales para la ropa, la vivienda y lo que esta contiene. Estos patrones de consumo, que ya han alcanzado niveles insostenibles en los países desarrollados, son ambicionados por un creciente número de personas.
La consecuencia es una presión sobre los recursos del planeta que en algunos sectores ha pasado el punto de quiebre. En otras palabras, hay sistemas que han superado su punto de elasticidad, o sea su capacidad de recuperarse. Como consecuencia, desaparecen especies y colapsan ecosistemas. En ciertas regiones escasea lo básico: el agua y los alimentos. Se ha creado una situación de conflicto entre los patrones de consumo de una parte de la humanidad y la sostenibilidad de los recursos del planeta. El ejemplo más reciente que ilustra el conflicto son los biocombustibles. Para que unos puedan seguir andando en automóvil, otros tendrían que dejar de comer.
NUESTRO MEDIO AMBIENTE
La humanidad está tomando conciencia –mejor tarde que nunca– de la crisis de sostenibilidad. Nuestro país ha tomado una medida valiente: ha creado el Ministerio del Medio Ambiente. La considero valiente porque será un sector del ejecutivo que deberá enfrentar muchos conflictos. Es más, su razón de ser es el conflicto intrínseco entre los patrones de consumo y los incentivos económicos, y la sostenibilidad de los ecosistemas que han hecho posible hasta ahora la vida tal como la conocemos.
La selección de prioridades es lógica pues enfrentamos los problemas inmediatos. El agua, los desagües, la contaminación de ríos y la tala de bosques son problemas prioritarios. Pero habrá más. En la medida en que la autoridad y cuente con el apoyo del gobierno, tendrá que enfrentar problemas en todos los sectores. En un momento dado, muchas actividades económicas entran en conflicto con la conservación del medio ambiente.
En nuestra historia tenemos ejemplos dramáticos, como los humos de la Oroya y Toquepala, los relaves de la sierra central, la bahía de Paracas, etc. Por supuesto que no somos los únicos ni los peores, pero el mal de muchos no es consuelo. A través de la historia, los patrones de consumo han alterado el medio ambiente. A partir del siglo XVI los bosques de Europa se fueron a navegar para construir imperios, le demanda de carbón de la revolución industrial hizo destrozos y oscureció el campo.
EL CONSUMO
La extracción de materias primas ha ido creciendo aún más rápido que la población mundial. Los avances tecnológicos han hecho posible un ritmo de extracción que no era soñado al inicio de la Revolución Industrial. Uno de los ejemplos es la pesca. Donde antes se usaban arpones y redes jaladas a mano desde embarcaciones a vela, hoy cañones y barcos factoría están acabando con las ballenas y peces en diversos mares del mundo. Es más, la preferencia del hombre por ciertos productos ha hecho que se rompan cadenas alimenticias quebrando sistemas ecológicos, como en nuestro caso la desaparición de la merluza por sobrepesca de la anchoveta.
El consumo alcanza todos los campos e impacta el ambiente por muchos lados. Las inofensivas gaseosas y los centros comerciales producen a diario toneladas de plástico, de larga vida y difícil reciclaje. En diversas partes del mundo los neumáticos usados atrapan lluvia y, sin peces que se coman las larvas, son el criadero ideal de mosquitos. La basura electrónica, con cientos de millones de artefactos desechados cada año, no encuentra lugar y termina yendo a países africanos con resultados desastrosos.
Hay mucho que hacer de inmediato. El balance es delicado, porque muchas industrias se establecieron contando con la ausencia de restricciones, o la laxitud de los encargados de hacerlas cumplir.
sábado, 4 de mayo de 2013
domingo, 21 de abril de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
LA MINERIA Y EL DESARROLLO RURAL
La
Minería y el Desarrollo Rural. Por Carlos Monge
El
50% del impuesto a la renta y las regalías que pagan las empresas mineras va a
los gobiernos regionales y locales de las regiones productoras. Si esa plata se
gasta en mantenimiento de obra pública pagando jornales 4 veces mayores que los
que pagan los productores rurales, habrá más liquidez local durante un tiempo,
pero se estará matando a la agricultura y el desarrollo rural. Si los alcaldes
gastan esa plata en buena infraestructura de comunicaciones pueden abaratar la
salida al mercado de los productos campesinos locales, pero también pueden
facilitar la invasión de productos alimenticios manufacturados baratos que
desplazan a la producción local.
Las
empresas mineras impactan negativamente sobre el desarrollo rural si destruyen
las fuentes de agua, toman el agua que antes usaban otros, o la contaminan.
Pueden impactas positivamente sin compran muchos bienes y servicios a los
campesinos locales, sosteniendo de esa manera procesos de acumulación local.
Pero también pueden demandar muchos bienes y servicios urbanos y encarecerlos,
lo que afecta negativamente a los campesinos que también los consumen.
Pero,
en ningún caso es realista esperar que unos cuantos proyectos mineros le puedan
comprar toda su producción a todos los miles de pequeños productores agropecuarios
de una región rural. Por ejemplo, de acuerdo al CENAGRO 2012, Cajamarca es la
región con más productores agropecuarios (345,341, seguida de Puno y después
Ancash). No hay manera que Yanacocha, Goldfields y unas cuantas otras
inversiones mineras se compren toda la producción de la región. Pero si es un
hecho que buena parte de los campesinos de la región se ven afectados por el
aumento de los precios de alojamiento, transporte, alimentación y otros
servicios urbanos en la ciudad de Cajamarca, resultantes de la demanda que por
esos bienes generan las mineras.
Es
un mito pues eso de que las mineras automáticamente generan desarrollo rural.
Su impacto en el desarrollo rural dependerá en verdad del uso que las
autoridades locales y regionales den a los recursos fiscales que la minería
genera, de su impacto sobre el agua, y de las políticas de compras de bienes y
servicios de cada empresa.
En
realidad, el destino del desarrollo rural está en las manos, sobre todo, del
Ministerio de Economía y Finanzas y del Banco Central de Reserva, que son los
que toma decisiones -por ejemplo- sobre el tipo de cambio y los aranceles, que
facilitan o dificultan la importación de alimentos baratos de otras partes del
mundo. Y del Ministerio de Agricultura y sus políticas y programas sectoriales.
Para lograr el desarrollo rural, no hacen más inversiones mineras sino más
políticas públicas que generen oportunidades para los pequeños productores.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)